martes, 25 de junio de 2013

Las trenzas de Sara

Le tiré de las trenzas lo más flojo que pude, porque me daba miedo hacerle daño. -“¡Así no idiota, más fuerte!”,- gritó la de siempre acercándose a mi cara, tanto que pude notar el calor de su aliento. Pero aquel chillido no me asustó, ya estaba acostumbrada. Y otra vez me limité a cerrar los ojos y contuve la respiración, deseando por unos segundos que sólo fuese un mal sueño.

Ya llevamos tres meses de curso, pero ésto no para. Ayer por primera vez, nos miramos a los ojos; a mi me dio mucha pena... verla despeinada con los lazos deshechos, colgando sin gracia de sus trenzas. Creo que ella sintió lo mismo por mi. A punto de llorar le dije -“lo siento, me obligan”. Y ella, muy serena me ordenó -“hazlo fuerte, para que se callen”. Entonces comprendí que el miedo que me paralizaba alargaba todo aquello, y lo hacía aún más insoportable para Sara.

Obedecí su orden con decisión. Respiré hondo y le tiré del pelo lo más fuerte que pude. Después no me sentí tan mal como esperaba, y ahora tengo miedo de haberme convertido en alguien horrible. Hoy me he despertado sudando, con las sábanas enredadas a mis piernas y la boca tan seca, que ni si quiera he podido llamar a mi madre. Me he puesto muy nerviosa porque no encontraba la lámpara y… por fin ha parado todo cuando he conseguido encender la luz.

De camino a clase he pensado en Sara; no quiero ser como las demás, a mi me gustaría ser su amiga pero... me da miedo que hagan lo mismo conmigo.


1 comentario:

  1. Este relato habla del temor a hacer daño a otra persona; del miedo que paraliza y nos induce a la no acción. Miedo a la oscuridad, a convertirnos en lo que no queremos ser; y el peor de todos, el que nos priva de la libertad para ser y hacer lo que realmente queremos.

    ResponderEliminar