Últimamente tengo una
sensación extraña… como de haber comido cristales. Debe ser por ese motivo que
en estos días al contemplar el mar toda su sal me escuece, y siento unas punzadas
en el estómago, que ascienden hasta el pecho y ahí prenden como diminutos
fuegos. Si, debe ser eso, que mastiqué, tragué, digerí cristales, y ahora mi
aliento rasga el azul del cielo como estelas de aviones sin rumbo conocido y
sin pasajeros.
Precioso, aunque duela.
ResponderEliminarMuy intimista y muy personal, Ana. Es puro sentimiento, enhorabuena.
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