lunes, 20 de abril de 2015

Instinto

La intención de seguir siendo sólo amigos, se esfumó cuando regresamos del habitual paseo por el parque. Me extrañó mucho que empujara a cabezazos la puerta de casa, y que nada más verlo, se abalanzara sobre él, con un ímpetu hasta entonces desconocido. Siempre había iniciado un juego de lo más jovial e inocente – apenas unos mordisquillos y algún que otro lametón - . Pero, en aquella ocasión lo sujetó fuerte con sus patas delanteras, y empezó a mover la pelvis a un ritmo frenético… El perrito de mirada inexpresiva y pelaje azul cobalto, aceptó sin rechistar la nueva relación.

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