Los rincones de la casa, ya desmantelada, se habían llenado de figuras geométricas tejidas con finísimos hilos de seda blanca... Se entretuvo unos minutos, intentando imaginar a la diminuta criatura haciendo todo aquello en solitario. Tejiendo día tras día, sin descanso, hasta terminar la red. Después a esperar, balanceándose juguetona en la tela, hasta que alguna presa cayera en su trampa.
Consultó la hora en su reloj; no tardaría en llegar el agente inmobiliario. Lo tenía todo preparado: la escritura, los recibos. También había ventilado la casa y llevaba puesto el vestido de riguroso luto. De la manga izquierda sobresalía una hebra de seda.
Autora: Ana Pascual.
¿Acaso era a viuda negra? jeje
ResponderEliminarQué imaginación tan placentera la tuya.
Otro abrazo.
Si, eso quise dar a entender, que el agente inmobiliario sería su siguiente presa. Gracias por comentar.
EliminarP.D.- No dejo de cometer gazapos tipográficos, Las prisas.
ResponderEliminarLógicamente, quería decir "la viuda".
Que precioso micro, Ana
ResponderEliminarMe ha encantado ese final, es arrollador!
Imagino que la arañita también se va con ella.
Saludo!
Muchas gracias, Yessy.
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