Llevo tres mudanzas y en cada una de
ellas he perdido algo. Objetos que en principio no echo en falta, hasta que la
costumbre me lleva a ellos. Esta vez olvidé una botella y no una cualquiera,
porque ésta contenía a mi padre.
Cada vez que la abría, viajaba a su
lado. El aroma del brandy me llevaba hasta él, en el momento en que balanceaba la copa en su mano, y un olor a
madera y a fruta invadía el salón. Le
recordaba preciso sirviendo el licor; me divertía ver cómo tumbaba la copa y
dejaba el líquido suspendido en el borde…
Arropado en la calidez de su cuerpo y
acariciado por su dulce aliento, me dejaba vencer por el sueño y la ensoñación.
Autora: Ana Pascual Pérez
Autora: Ana Pascual Pérez
Desde luego, hay objetos que nos recuerdas a personas queridas y ausentes. Una vez alguien me dijo, y con razón, que no hay que sentir apego por las "cosas", sino por las personas, pero es difícil separar lo uno de los otro cuando esa cosa y esa persona conforman un grato recuerdo.
ResponderEliminarBonito relato.
Un abrazo.
Encantadora añoranza. Hay objetos que tienen el poder de aflorar recuerdos de la niñez.
ResponderEliminarSaludo!
Si, la verdad que hay veces en que un simple objeto te lleva hasta la persona. Gracias a los dos por leerme.
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