Esta mañana me he dado cuenta... de tanto menguar ya no
llego a ver mi reflejo en el espejo del aseo. He tenido que esforzarme; dar un
salto hacia delante para poder observarme. Después de tanto tiempo sin
atreverme a mirar...
He recordado la primera vez, cuando me acurruqué bajo las
sábanas, evitando así el roce de su cuerpo, que en ocasiones me amaba con
vehemencia y otras me quebrantaba.
La segunda repliqué, y entonces sus palabras tronaron
sobre las mías.
Fue a partir de la tercera o la cuarta... cuando empecé a
encoger, conviertiéndome en minucia. Hasta hoy, que he dicho:
"basta".
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