No
fue consciente de que lo había encontrado hasta que los comensales dejaron
escapar un leve suspiro, y cerraron los ojos para entregarse de lleno al sabor
de la salsa.
- ¡Bravo, Paolino!- repitieron casi al unísono,
incluso hubo aplausos. Él paladeó el éxito y se inclinó agradecido, como un
actor que es ovacionado después de la función.
Llevaba
tiempo buscando ese quinto sabor entre la cocina de fusión y la experimental.
Harto ya de devanarse los sesos, esta vez optó por los ingredientes más básicos
(tomates, anchoas y parmesano). Aquellos que seleccionaba su “mamma” con tanto
cuidado, al tiempo que tarareaba una canción de Umberto Tozzi. Los mismos que
mezclaba después en la cocina junto a su padre, entre risas y abrazos, mientras
la prole jugaba “al calcio” en el patio…
En
su “ristorante” volvió a escuchar ese sonido exento de vocales, similar al
mugido de una vaca, pero mucho más placentero. El mismo “mmmm” que dejaban
escapar él y sus hermanos mientras la salsa se habría paso en sus bocas,
envolviendo sus lenguas, inundando los paladares de “semplici e deliziosi
piaceri”.
Autora: Ana Pascual Pérez
Autora: Ana Pascual Pérez
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