Dónde
se esconde, en qué objetos cotidianos puedo encontrarla... Tal vez
en el desorden y el descuido de las pequeñas cosas que ya no
valoramos, o en las ganas de llorar a destiempo. Quizás en el
asfalto, que nos devuelve la mirada de nuestra propia sombra; o en
vasos medio vacíos que se apilan formando castillos de cristal...
siempre tentando al derrumbe, al quiebro por la cintura.
Cómo
os mira a vosotros la tristeza... Imagino que de soslayo, tímidamente
para no mostrarse tal y como se siente; siempre esquiva con los
reflejos que la exhiben sin vestiduras. Y también sonríe, sin
elevar la boca ni levantar el ánimo; tan sólo es una comisura que
se estira hacia un lado. Se trata de una risa plana y desganada, que
nunca convence a quien la recibe... y mucho menos a quien la concede.
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