Se
conocieron haciendo el camino de Santiago en bicicleta y al
finalizar el viaje, creyendo tener gran parte del camino andado…
decidieron vivir juntos. No podía salir mal, después de haber
vivido tan compenetrados durante meses, compartiendo saco y
esterilla; llegando a conocer ambos pequeños detalles cotidianos que
les hacían más cómplices…
A ella le hizo gracia
ver, que él siempre agujereaba con el dedo pulgar el calcetín
izquierdo; y él sonreía cuando todo el grupo bailaba en un bar, mientras ella fumaba como una chimenea, escondiendo su timidez detrás
de los cigarrillos y una jarra de cerveza… Salió bien.
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