Estando en el aeropuerto, apenas le di importancia al hecho de leer tu nombre en una pared del aparcamiento. Tampoco me inquieté, cuando en pleno vuelo transoceánico, ojeando una revista... vi un anuncio de un perfume francés que por casualidad, se llamaba como tú.
Había emprendido una huida cobarde y viajé a otra ciudad, a otro país. Hasta allí fui para alejarme de tu cercana presencia en todo lo cotidiano. En aquel lugar desconocido pretendí encontrarme con el olvido y dejar el corazón y la mente en blanco; ahora sé que estuve muy cerca de conseguirlo. Paseando por calles nuevas, llenas de gente distinta a ti, conseguí no recordar; que no dejar de sentir, pero si distanciarme de tu ausencia.
Todo parecía ir bien, hasta hace dos días... Buscando un cartel de alquiler en los balcones y ventanales de las casas, me encontré con una ventana que llamó mi atención. Estaba repleta de plantas, geranios rojos, cactus, pensamientos amarillos y violetas, margaritas... todos vivían juntos y entrelazados por sus hojas, como acariciándose. Me acerqué para apreciar mejor los detalles de la composición floral, y mi mirada se detuvo en una maceta que habitaba un cactus enorme. Cuál fue mi sorpresa, cuando pude leer en el borde del tiesto tu nombre. Otra vez, de nuevo, tan inoportuno y persistente, tu... nombre.
De repente la nostalgia revolucionó mi pulso, el orgullo punzante despertó a la ira, y de ahí a la desesperación en pocos segundos.
Estuve cerca... pero sé que va a ser difícil, porque ahora incluso los objetos ajenos confabulan y se alían para que no te olvide.
Aprendió a nadar en una cubeta; recién nacida su abuela materna la echó al agua y ella, tan chiquita como era, se deshizo del abrazo líquido y consiguió flotar. Su madre siempre recordaría que, cuando la sacó del agua tenía el aspecto de un gatito mojado. Amelia se sobresaltó cuando escuchó el berrido de su marido que, ajeno al alumbramiento escuchó desde el patio lo que él interpretó, como el maullido de un gato recién parido. Ofelia lloraba; aprendía a respirar.
martes, 28 de mayo de 2013
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Me recuerda al estilo de Cortazar, es genial como escribes. ha sido un descubrimiento fantastico...
ResponderEliminarMuchas gracias Natalia, me animas a seguir.
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